Hermanos:
¡No es justo, carajo! Tenemos más de cien mil años viviendo libres, ¿para que los humanos nos coman? Nos crían y dan alimento para matarnos, cortándonos la garganta. ¿Qué clase de ser vivo es el humano? ¿Tan feo es su corazón o no tiene uno?
No les importa el tiempo que lo acompañemos, ni las risas que le provocamos cuando somos muy pequeños. ¿Y así dicen tener un dios muy bueno? ¿Qué dios permitiría tanta masacre? ¡Díganme! No, hermanos. Estoy seguro, que en el universo, no existe un dios cruel. ¿Entonces?
Dentro de poco vendrán por mí. Lo sé. Me queda poco tiempo con ustedes. Pero eso no callará mi voz. Ustedes son mi memoria. Destrozarán mi cuerpo, pero antes, quiero decirles algo:
Nuestra especie sufre y muere como ninguna otra, gracias al ser humano. No creo que esta especie cruel tenga un dios. Nos mienten y se mienten. Sin embargo, creer que lo tienen, justifica la masacre de la que somos víctimas, porque dicen que este dios los hizo a su imagen y les dio poder sobre todas las criaturas de la Tierra.Un ser superior no hace lo que le dé la regalada gana, es responsable de los demás. ¿Les gustaría a los humanos que solo vivan para que alguien les corte el cuello? ¿No, verdad?
Al menos, en los pueblos nos tratan mejor y hasta podemos morir viejitos. No les hemos hecho nada malo en ningún momento. Por qué tanta saña. Nos cogen como si fuéramos cosas. No importa si se nos rompe algún hueso, nos sancochan en agua hirviendo para desplumarnos, nos cortan la garganta para que nos desangremos lentamente. Qué clase de ser hace eso. El humano. Nadie más.
El humano es un monstruo, el peor de todos los que están en este planeta. Comete crímenes que quedan impunes contra los más indefensos y es más prudente con los que pueden hacerle algún daño. Es un hipócrita sin corazón, porque viendo y sabiendo el dolor que causa, sigue su vida normal, aunque se llene la boca de palabras bonitas, llenas de amor y bondad. ¡Qué lacra es! ¡Me cago en su racionalidad! Ojalá termine muy pronto su existencia. ¡Cómo tiene sucio nuestro mundo! Tras matar sin piedad, ensucia peor que mil puercos juntos. No saben la última:
Nuestros hermanos, los que se encuentran en grandes ciudades, viven en lugares conocidos como centros avícolas. Allí les dan de comer "hormonas de crecimiento". Eso los infla. Los hace crecer rápido para que puedan ser comidos lo más pronto posible. O sea, nos dan puros químicos, para que nos masacren en un par de años. Al menos, esos humanos se comen también sus venenos, digo químicos. Que se enfermen y sufran. ¡Se lo merecen!
Somos las verdaderas víctimas de un holocausto egoísta. Nos matan porque no nos podemos defender de ellos. Nos comen porque con otros animales les es más difícil. Nos destrozan la carne porque no nos ven siquiera como mascotas o acompañantes. Nos hacen comer basura, venenos y qué sé yo qué más porquerías. Así son los humanos, hermanos. Matan no por necesidad, sino por placer. Matan por matar, incluso a su misma especie. ¿Hasta cuándo lo permitiremos? ¡Gran espíritu, escúchanos!
Ojalá, algún ser del universo los convierta en su presa y que los trate como ellos a nosotros. Somos seres vivos, como el humano o como cualquier ser que tiene este don de existir. Los humanos solo tienen a su inteligencia para sobrevivir, no tienen armas naturales como los demás seres. Aun así, mata, mata sin piedad. Destruye todo a su paso: es consumista, no es ese guardián de la creación que dice ser. Hermanos se acerca mi fin, pero sepan que:
He vivido solo unos meses. Me han dado de comer eso que llaman "engorde". Sé que de mis plumas rellenarán sus almohadas. Mis órganos internos serán mezclados con los de varios hermanos y otros animales (lo llaman paté y embutidos, dizque de alta calidad). Ese, en el mejor de los casos, sería mi fin. Pero...Si termino en un mercado, me agarrarán de donde sea, de las patas me levantarán en alto. Me darán un tosco y fuerte golpe en la cabeza. Me quedaré aturdido. Agarrarán un cuchillo y me harán un tajo en la garganta; luego, me pondrán boca abajo, en un sucio lugar, hasta que me desangre lo suficiente Mientras, maldeciré a su dios que dicen los creó.
Veré a humanos mirándome morir, perros listos para recibir mis partes internas que los humanos no quieran. Mis pensamientos se nublarán, para después, no sentir cómo aún latiendo mi corazón, me sumergen en agua hervida, mientras unas manos horribles sacan todo mi blanco plumaje. Muerto. Sé que agarrarán un machete y me cortarán el cuello, abrirán mi cuerpo, sacarán con sus manos gordas y feas mis entrañas, con prisa y sin ningún respeto.
Otros humanos se llevarán algo de mí. Mi corazón, hígado, estómago, bazo, serán tirados a un costado donde una jauría se disputarán mis partes últimas. Este es un destino que no pedí ni me fue dado a elegir. Impuesto por un hermano mayor que dizque nos protegería de cualquier mal e injusticia. Los humanos que se llevaron mis partes, ya en sus hogares, felices, comerán, ya sazonados, mis partes y las de otros pollos.
Queremos decir: "¡NI UNO MÁS!" , pero sabemos que eso es una utopía, porque el humano consume lo que no necesita, siente placer por hacer daño a los indefensos. Ya vienen por mí. Así que termino mis días lúcidos gritando:
¡NI UNO MÁS! ¡MUERAN LOS HUMANOS! ¡PAREMOS ESTA MASACRE! MADRE TIERRA, ¡POR QUÉ NOS HAS ABANDONADO! ¡LUCHEMOS, HERMANOS!
Mientras decía esto, unas manos grandes y sucias abrían la java, lo agarraron toscamente, y lo alzaron en el aire. Otra mano apareció en la escena que dejó atónitos a todos los demás pollos. Esa otra mano le dio un golpe muy fuerte en la cabeza del pollo orador.
No hubo más palabras. Nadie lo volvió a ver. Nadie se volvió a ver. El silencio de la muerte es poderoso. Al terminar la tarde, la java estaba vacía. Los 28 pollos estaban servidos en las mesas de indistintos hogares y restaurantes. Una que otra víscera se encontraba dentro del intestino de algunos perros callejeros. Mientras eso ocurría, las manos sucias que habían vaciado la jaula, agarraban unos vasos de cerveza, celebrando la faena del día.
Así morimos
PEDRO MANUEL VARGAS ASPÍLLAGA

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