La nueva literatura del siglo XXI se diferencia de la anterior literatura, en la forma de cómo representa al héroe y simboliza al amor en una sociedad globalizada. En sus historias, desaparecen los límites entre el bien y el mal, lo correcto e incorrecto, prevaleciendo las emociones y sentimientos.
Los clásicos tópicos de amor, viaje, héroe y mito son readaptados al modo en cómo vivimos y los retos que nos plantea la tecnología, el uso de las redes sociales y los nuevos tipos de familia que permitimos, alteren nuestro día a día.
Amor
El amor no es más el sentimiento que la religión católica impuso siglos atrás. Tampoco es descrito de manera como los románticos, realistas y vanguardistas lo hicieron en su tiempo. Dejó de ser exclusivo, sentimental, omnipotente, heterosexual y obligatorio.
El sexo, por otra parte, se convirtió en termómetro indispensable para saber si el amor se encuentra activo en la pareja. Tener sexo no significa amar, sino gustar, ceder ante una necesidad fisiológica cada vez más empoderada por los medios de comunicación y la misma sociedad que creamos diariamente.
Ahora, tener sexo no significa que ames con quien te acuestas; pero no no hacerlo frecuentemente con tu pareja, adquiere dos significados en cualquier relación contemporánea: evolución o muerte.
Si la pareja no tiene relaciones sexuales continuamente es porque ambos han descubierto muchos más elementos y compromisos que los unen aparte de la atracción física (evolución), o simplemente uno de ellos ha perdido interés sexual en el otro, lo que conllevará a un engaño irremediablemente (muerte).
El amor; además, en la nueva literatura, es descrito como una necesidad por sentirse entendido, aceptado tal como se es, sin mentiras ni máscaras. No existe el amor para siempre ni el típico "Felices por siempre".
Por ejemplo, el amor homosexual se aleja de los viejos clichés de hiperactividad sexual y promiscuidad, para acercarse a vivencias personalizadas en donde el amor gay completa vacíos existenciales y sana heridas inconscientes. Debido al reciente interés y poco estudios sobre este tipo de amor, la nueva literatura explora cuanta posibilidad se genere en una relación homosexual, desde lo bisexual hasta lo pansexual.
Para amar no hay fórmulas secretas ni conocidas. Es una experiencia personal. Eso es lo que nos plantea nuestra literatura actual. No es necesario casarse para alcanzar la felicidad ni eres homosexual si no tienes pareja. En ese sentido, la prostitución rellena cualquier ausencia o necesidad de afecto.
El héroe
La nueva literatura muestra a héroes que no pertenecen a clases sociales altas ni tienen un destino marcado. No son necesariamente buenos ni tienen una educación esmerada. Más bien, son seres complejos que no nacieron en hogares adinerados.
Caen y se levantan gracias al apoyo de otras personas. Los héroes actuales conciben la existencia como una gran maestra y escenario de múltiples oportunidades para conseguir sus objetivos. Son aquellos que pueden lidiar con sus miedos, y salir adelante a pesar de tenerlos.
El héroe actual no pasa por un viaje de exploración ni procesos de catarsis. Obligatoriamente no es el protagonista de las historias, sino es aquel que permite se cumpla la función de estas: entretener y causar efectos en el nuevo lector (televidente).
Las series y películas que producen las plataformas de streaming coinciden en que la vida no es ni buena ni mala. Los personajes malos son necesarios porque enriquecen al protagonista, y se convierten en símbolos poderosos que también realizan acciones positivas y correctas. Del mismo modo, los personajes buenos cometen actos negativos o malos, voluntariamente o no, pero los cometen.
El viaje
Este tópico también cambió. Los viajes dejaron su rol sanador y se convirtieron en algo superficial, aleatorios a la historia, cuya finalidad es distraer al televidente de lo que realmente los protagonistas buscan o desean.
El viaje como distracción y no como medio para el conocimiento o hallar una verdad, refleja la psiquis del televidente promedio, quien no busca conocer, sino entretenerse lo más que pueda. En el mejor de los casos, su función actúa como espejismo en la vida de los personajes, un escape de sus realidades.
El mito
El mito ya no es sinónimo de inverosímil o farsa. La nueva literatura lo representa como un pasado que regresa, se actualiza y deja un mensaje contundente: el sistema de la sociedad humana no cambia, solo "muda de ropa o de piel".
Continuamente es evocado y convocado para realizar una catarsis superficial no solo en los personajes, sino también en los televidentes. El mito completa los "espacios vacíos" de las historias, las dota de credibilidad y sentido frente al espectador.
Finalmente, como se describe en este análisis breve, la nueva literatura del siglo XXI explora las distintas clases de modelos sociales y núcleos familiares que estamos experimentando; así como también las situaciones que creamos a partir de nuevas maneras de ver y actuar en la vida.

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